"Aquí, donde la criollada es cultura colectiva, la alianza es el recurso del que reconoce su fragilidad más que del que busca construir un gobierno sostenible"

Los sesudos exámenes post elecciones repetirán eufemismos exasperantes: Es el voto del Perú profundo, es el voto del país que hemos olvidado, es el voto radical.

Martín Vizcarra, Antauro Humala y Pedro Castillo tienen un capital político qu no se va a poder ocultar en el próximo proceso electoral.

Cada uno de esos cocineros que han introducido los sabores del Perú al mundo forman parte de un movimiento artístico, de un "boom" culinario peruano, como lo es cualquier movimiento de vanguardia.

Es comprensible que la derecha peruana, a notar que tanto la inseguridad ciudadana y el aumento del crimen organizado ha abierto las puertas a los candidatos que representan la mano dura, haya decidido lanzarse por la conquista de estos ciudadanos urbanos.

Quizá lo que hay que aceptar es que más que un problema de representación política, es que el Parlamento puede estar representando la transformación de la sociedad peruana.

El Perú no ha sido un lugar esporádico, uno de muchos donde el Papa León XIV desplegó su actividad pastoral. Todo lo contrario, el Perú es clave.

El papa Francisco, llegó para pelear aquellas batallas que la severidad doctrinal de Ratzinger no pudo pelear, y se empeñó en combates que otros pontífices dieron por perdidos.

Más pronto que tarde el Estado Peruano iniciaría otra fase en su ineptitud por proveer seguridad pública, y les rogaría educadamente a los ciudadanos que contraten matones competentes.

Con mucha paciencia y buen ánimo hay que catequizar sobre los terribles maleficios que comprende dejar la política solo en manos de los políticos.

Es muy paradójico que el Congreso quiera cortar el financiamiento de todo aquel ente que le resulte opositor, pero sea incapaz de imponerse a sí mismo austeridad franciscana.

Cuando el techo del patio de comidas del Real Plaza en Trujillo se vino abajo, no solo se desploma un techo, se desploma también un espacio contemporáneo de mayor socialización de un ciudadano.

Si ahora parece que los legisladores son complacientes con las economías ilegales por intereses patrimoniales, las elecciones del 2026 nos mostrarán candidatos defensores de las economías ilegales.

Los parlamentos y el Gobierno han permitido que una ley con tanta opacidad pase todos los controles y que nadie diga nada.

Nuestras élites han perdido capacidad de contener lo ilegal y la gente ha preferido tomar atajos ilícitos porque el Estado es percibido como un estorbo.

La ausencia de visitas de la presidenta Dina Boluarte a varias regiones altoandinas solo es un síntoma qu ahonda el resentimiento y la distancia entre la política formal y los ciudadanos.

La renuncia solo es posible cuando el político desea reanimar a un Congreso o a un Gobierno famélico, cuando todavía se conserva algún sentido de decoro en el sistema de representación.

El 'streaming' es el circo romano de nuestra época. Es la televisión que el usuario cree controlar. La campaña del 2026 comenzará a calentar en medios alternativos.

Si el Perú sabe entender las ventajas de una política exterior de no alineamiento activo, podremos convertirnos en un país que ofrece ventajas para los diferentes ejes geopolíticos del mundo.

Sin Antauro Humala, las fuerzas antagónicas que han dominado en nuestro elector antisistema encontrarán otro cuerpo que poseer.

La tragedia de un país donde matar a alguien cuesta tan barato que se puede convertir en tierra de mercenarios a precios rebajados.

Las declaraciones de estado de emergencia y los nuevos tipos penales de "Terrorismo urbano" son solo nuevos protocolos histriónicos inservibles para enfrentar el crimen organizado y las economías ilegales.

En el pacto de Fujimori, el bien se consiguió permitiendo avasalladoras dosis de mal.

Si el autócrata de otros tiempos quería reunir todo el poder para gestar una revolución, ahora solo conquistan el poder por parcelas, sin buscar una hegemonía total, con el fin de acrecentar sus rentas.

Ojalá la expulsión de Figari sea solo el primer paso del camino en el que las víctimas puedan recibir justicia.

Nicolás Maduro no merece ningún matiz, salvo la condena unánime de la izquierda democrática latinoamericana.

Todas las señales apuntan a una elección en el 2026 extremadamente fragmentada, donde los partidos más organizados lograrán cuotas en el Parlamento y en el Senado mucho mayores a su real significancia.

Es en este escenario donde Alberto Fujimori fue envejeciendo, mientras la opinión pública comenzó a mostrarse cada vez más clemente con respecto a su posible indulto humanitario.

Todas las señales de que el proyecto se precipita hacia un largo ciclo de ingobernabilidad política y proliferación del crimen organizado son inequívocas.

Borrarlos del mapa no desaparecerá la corrupción, solo la desconcentrará de otras maneras en los partidos nacionales.

No existe un proyecto colectivo que sea mayor que la política de guerrillas que ha desatado una lucha visceral por el control de las instituciones. Solo así se entiende que los jóvenes piensen que el país ha fracasado.

Porque no hay gobierno más débil que aquel que no reconoce su propia debilidad.

El contrato social peruano es tan precario que el ciudadano no espera ya nada del Estado y este está dispuesto a perpetuar la condición de precariedad del ciudadano peruano.

El establishment político peruano se ha convertido en un muladar de ignominia que premia a los políticos de ínfimas capacidades y horizontes.

El problema de una reforma tan importante como la bicameralidad es que, si se desnuda el contexto político, es por lo menos temeraria.

El Perú es un país desangelado en el que el gobierno de Boluarte jamás ha sentido la necesidad de enmendar para sobrevivir al diagnóstico terminal.

Los juegos Panamericanos vuelven a mostrar la existencia de dos narrativas sobre el país, la del Perú celebrado y próspero que choca con la narrativa del territorio en resistencia y postergado.

"Somos una sociedad en la que la economía de la ilegalidad y de a informalidad ha fomentado que nuestras relaciones y entendimientos funcionen con base en instituciones informales".

Es cierto que la representación política está rota en el Perú.

Quizá por buscar un 'outsider' de mano dura que no les complique la vida, terminen atrayendo a uno que les cause repulsión.

La tragedia del Perú es que se ha convertido en un país peligrosamente ingobernable.

La tragedia del Perú es que se ha convertido en un país peligrosamente ingobernable.

En el Perú contemporáneo existen versiones radicales enfrentadas.