Los modos de gobernar del Presidente.

44389El remezón que ha ocasionado la entrevista que el Presidente Humala concediera al diario español El País, en los fueros de la izquierda peruana, ha sido colosal. Salomón Lerner, Nicolás Linch, Rocío Silva Santisteban, Antonio Zapata, entre muchos conspicuos miembros de la izquierda peruana le han respondido denunciando su traición, el olvido de esos fieros y leales soldados que lo llevaron a la Presidencia de la República. A todos ellos debería quedarles claro hace mucho, que el Presidente Humala se siente más cómodo sin ellos en palacio.

A estas alturas del gobierno, resulta ingenuo preguntarse si el Presidente Humala es de derecha o de izquierda. Ollanta Humala, es un político pragmático, sus políticas no vienen desde La Habana, pero tampoco desde Washington. No hay materialismo dialéctico, pero tampoco liberalismo de Chicago. Hace lo que cree debe hacer, según el momento sea propicio, siempre que las políticas se adecuen a su particular modelo de “nacionalismo”. Su nacionalismo, tiene más que ver con el del General francés Charles De Gaulle que con el del Che Guevara y Fidel Castro. No es ideológico, es funcional, adopta la forma de la circunstancia que lo contiene.

Humala le enrostra a la izquierda, su soberbia intelectual, su anquilosada manera de solucionar los problemas y sus continuas derrotas electorales. “Porque la izquierda cometió errores estratégicos en el Perú. Era una izquierda que acá, decían, cuando llovía en Moscú salían con sus paraguas”, dijo el mandatario. Aquí muchos sintieron el golpe bajo. Según Humala, la izquierda olvidó la bandera de la justicia social, la dejó abandonada, mientras se ocupaban de discusiones bizantinas. Su gobierno -afirma- la ha retomado.

El Presidente cree en la justicia social y en Haya De La Torre como inspirador de su nacionalismo, se sitúa tras las figuras de Lula y Mujica. Hay que reconocerle que su gobierno ha apostado por una agresiva incursión del Estado en proyectos sociales, que hagan que de ese viejo desconocido “Estado” alguien familiar y entrañable. Pero repartir dinero y asistir a los más necesitados, no es suficiente. Brasil hoy en día no es un modelo exitoso que repetir. El bienestar no funciona en modo de piloto automático. El crecimiento social, sin inversión privada agresiva no termina por incluir mucho. Haga amable lector un ejercicio rápido, piense en algún megaproyecto del gobierno de Humala. ¿Sorprendido? No encontró ninguno, bueno es que no existe. La inercia no siempre acompaña la marcha del mercado.

En este complejo perfil del Presidente, no debemos olvidar que sigue siendo un militar retirado, por encima de todo. Los últimos días ha emergido su lado más castrense, buscó imponer una ley para que los jóvenes hicieran el Servicio Militar Obligatorio (SMO). La Defensoría del Pueblo se opuso. Nuevamente, nadie se imagina a un gobierno de izquierda “moderna” imponiendo el SMO a sus jóvenes. El Presidente está más lejos de la izquierda moderna de lo que cree él mismo. “Córtense el cabello que parecen mujeres” – se escucha bromear al Presidente. Es una orden, no una sugerencia, y las órdenes las imparte un comandante a la tropa.

Pero el Presidente ha cometido también errores clamorosos en los últimos días. Por lo menos eso han recogido las últimas encuestas que registran una fuerte caída de su popularidad y la de su esposa, Nadine Heredia. El blindaje descarado a Alejandro Toledo con el fin de asegurarse el gobierno del Congreso, no es la señal que necesita el ciudadano para creer en un Presidente que hizo de la lucha contra la corrupción, su caballo de batalla en la elección presidencial.

El Presidente tampoco ha usado sus mejores artes cuando ha decidido enfrascarse en una pugna estéril por colocar a tres magistrados de su simpatía en el Tribunal Constitucional (TC). Con dos miembros ya tenía lo justo y necesario. La lenidad de este gobierno en elegir a los magistrados del TC, es directamente proporcional al el interés del gobierno en conquistar el control de la constitucionalidad del país. Aquí se demuestra toda la impronta autoritaria del Presidente, es eso o nada.

Frente a los reveses en las encuestas la estrategia del Presidente parece haber cambiado. Su esposa no ha vuelto a aparecer en público hace ya varios días y a él se lo ve más activo. Evidentemente alguien en Palacio ha puesto a trabajar a los asesores. Se vienen tiempos difíciles Presidente, La Haya está a la vuelta de la esquina, lo último que necesitamos es una clase política enfrentada. Como lo dijimos en un anterior artículo, la judicialización de los dirigentes políticos -García, Toledo, Keiko-, puede satisfacer a muchos, pero nos caricaturiza como un país dividido, con una clase política endeble. Ojalá y nuestro Presidente pueda garantizarnos llegar unidos al Fallo de La Haya, de lo contrario cometeremos el riesgo de repetir la historia: un país que no aprovechó un boom económico, una clase política enfrentada y un pleito internacional en ciernes. El resto, por lo pronto, es lo de menos. Aquí y ahora necesitamos la mejor versión de Ollanta Humala, y de todo corazón esperamos que tenga éxito, pues ahora el Perú, no puede -de ninguna manera-, volar en modo automático.

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